D007 Paz Mediante la Igualdad de Derechos en Israel y Palestina
I.
El Obispo Presidente Michael Curry escribió en noviembre de 2023: “La violencia es horrible y la geopolítica es compleja, pero mi llamado al amor es sencillo: detengan la matanza, deténganlo todo, deténganlo hoy”.
II.
El estado de Israel se formó en 1948 con más de 700,000 palestinos expulsados u obligados a huir de sus hogares, iniciando un patrón de derechos desiguales que existe hasta hoy. Los palestinos que viven en Israel y en la Cisjordania ocupada, en Jerusalén oriental y en Gaza están sujetos a leyes, políticas y prácticas diferentes a las de sus homólogos judíos israelíes, lo cual produce una forma categóricamente discriminatoria de subyugación sistémica que limita gravemente la libertad, la salud, el bienestar y la vida de casi 7,000,000 de palestinos.
Durante más de 55 años, el gobierno israelí ha asignado diferentes conjuntos de derechos a dos pueblos: un conjunto desmesuradamente superior al otro, un pueblo libre y el otro severamente restringido, los derechos de un pueblo determinados por el otro, un pueblo que ostenta el poder y el otro subyugado bajo él.
Amnesty International, Human Rights Watch y la organización israelí de derechos humanos B’Tselem han realizado exhaustivas investigaciones y publicado detallados informes en los que concluyen que el trato que Israel dispensa a los palestinos equivale al apartheid.
Desde la ocupación militar israelí de Cisjordania y Gaza en 1967, el gobierno de Israel ha seguido destruyendo viviendas palestinas y permitiendo la confiscación de tierras palestinas para el establecimiento de asentamientos exclusivamente judíos en Cisjordania, acciones ambas consideradas ilegales por el derecho internacional.
Los palestinos se han visto cada vez más privados de la autodeterminación, la igualdad de derechos, los recursos naturales, la libertad de movimiento y la disidencia pacífica. Los palestinos de Cisjordania están sometidos a controles de carretera, puestos de control, inspecciones, detenciones de niños en sus casas en plena noche y degradación diaria a manos de las fuerzas armadas israelíes. Los palestinos de Cisjordania viven bajo un sistema jurídico militar israelí que ofrece muchos menos derechos y protecciones que el sistema jurídico civil que rige a los israelíes judíos que viven en la misma zona. Esto es especialmente perjudicial para los niños palestinos, que son encarcelados de forma rutinaria sin que se presenten cargos, sometidos a confinamiento solitario y a duros interrogatorios, trasladados a través de las fronteras contraviniendo el derecho internacional y condenados en un porcentaje del 95%.
Los palestinos que viven en Israel están sujetos a leyes discriminatorias que rigen el acceso a la tierra, la planificación y la zonificación, con una asignación desigual de los recursos estatales. Las escuelas públicas segregadas judías y árabes desde preescolar hasta el 12° grado reciben subvenciones desiguales. Los ciudadanos palestinos de Israel sufren discriminación en todos los ámbitos de la educación, el empleo y las oportunidades económicas.
Los palestinos que viven en Gaza se encuentran bajo un bloqueo desde 2007, lo que impide la libre circulación de personas, suministros médicos y mercancías a través de la frontera. Incluso antes del 7 de octubre de 2023, los gazatíes ya se enfrentaban a una pobreza endémica, al desempleo, al deterioro de la salud física y mental y a dificultades extremas. Las necesidades básicas, como los alimentos, el agua potable, la electricidad, el combustible, el alcantarillado y la atención médica, eran insuficientes. Del 90% al 97% del agua no era apta para el consumo humano y requería filtración para la que a menudo no se disponía de equipo.
En 2018, Israel aprobó la ley del estado-nación, que declara a Israel como estado-nación del pueblo judío y establece que el derecho a ejercer la autodeterminación nacional pertenece únicamente al pueblo judío. La ley declara los asentamientos judíos en tierras palestinas como un valor nacional y promueve su crecimiento.
III.
Ninguna ocupación militar ni sometimiento de un pueblo a otro puede durar. Hasta que los palestinos tengan libertad e igualdad de derechos, el ciclo de violencia será inevitable.
IV.
El 7 de octubre de 2023, Hamas cometió un espantoso atentado contra civiles israelíes, matando a unas 1,200 personas y tomando rehenes.
Inmediatamente después, Israel inició una de las campañas militares más mortíferas y destructivas de la historia reciente, dirigida contra la sociedad civil de Gaza. Hasta finales de febrero de 2024, han muerto más de 30,000 gazatíes. La matanza ha sido generalizada e indiscriminada, y aproximadamente dos tercios de los asesinados son mujeres y niños. Los intensos bombardeos israelíes han destruido en gran medida lo construido y los sistemas de infraestructuras. La mayoría de los hospitales, las escuelas y la sociedad civil de Gaza no pueden funcionar. Muchos civiles y políticos israelíes han fomentado abiertamente este resultado, así como la expulsión de los palestinos de Gaza y Cisjordania.
La Organización de las Naciones Unidas informó a finales de febrero de 2024 que, desde octubre, aproximadamente 80% de los habitantes de Gaza han sido expulsados de sus hogares y al menos una cuarta parte de la población pasa hambre. Más de un millón de civiles han sido reubicados por la fuerza en Rafah, en el sur de Gaza, donde viven con alimentos, agua, refugio, saneamiento y atención médica inadecuados o inexistentes, lo cual crea unas condiciones insoportables de sufrimiento, inanición, enfermedad y muerte.
V.
El Obispo Presidente Michael Curry continuó diciendo en noviembre de 2023: “No permaneceremos en silencio mientras a toda una población se le niegan los alimentos, el agua, la electricidad y el combustible necesarios para el funcionamiento de los hospitales. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras mueren miles de civiles... Permanecer callados en este momento sería una mancha en nuestras almas y profundizaría nuestra complicidad. Los líderes estadounidenses deben decirle a Israel que deje de bombardear zonas civiles y que permita el libre acceso de toda la ayuda humanitaria a Gaza. Todos los hijos de Dios, palestinos e israelíes, merecen seguridad. Tenemos que detener la matanza. Hoy... Como episcopales, debemos pedir a nuestros líderes, el Presidente Biden, los miembros del Congreso y otros, que sean inequívocos en cuanto a la necesidad de detener la matanza. Hoy. Esto es claramente lo que el amor nos exige”.
Explicación
I.
El Obispo Presidente Michael Curry escribió en noviembre de 2023: “La violencia es horrible y la geopolítica es compleja, pero mi llamado al amor es sencillo: detengan la matanza, deténganlo todo, deténganlo hoy”.
II.
El estado de Israel se formó en 1948 con más de 700,000 palestinos expulsados u obligados a huir de sus hogares, iniciando un patrón de derechos desiguales que existe hasta hoy. Los palestinos que viven en Israel y en la Cisjordania ocupada, en Jerusalén oriental y en Gaza están sujetos a leyes, políticas y prácticas diferentes a las de sus homólogos judíos israelíes, lo cual produce una forma categóricamente discriminatoria de subyugación sistémica que limita gravemente la libertad, la salud, el bienestar y la vida de casi 7,000,000 de palestinos.
Durante más de 55 años, el gobierno israelí ha asignado diferentes conjuntos de derechos a dos pueblos: un conjunto desmesuradamente superior al otro, un pueblo libre y el otro severamente restringido, los derechos de un pueblo determinados por el otro, un pueblo que ostenta el poder y el otro subyugado bajo él.
Amnesty International, Human Rights Watch y la organización israelí de derechos humanos B’Tselem han realizado exhaustivas investigaciones y publicado detallados informes en los que concluyen que el trato que Israel dispensa a los palestinos equivale al apartheid.
Desde la ocupación militar israelí de Cisjordania y Gaza en 1967, el gobierno de Israel ha seguido destruyendo viviendas palestinas y permitiendo la confiscación de tierras palestinas para el establecimiento de asentamientos exclusivamente judíos en Cisjordania, acciones ambas consideradas ilegales por el derecho internacional.
Los palestinos se han visto cada vez más privados de la autodeterminación, la igualdad de derechos, los recursos naturales, la libertad de movimiento y la disidencia pacífica. Los palestinos de Cisjordania están sometidos a controles de carretera, puestos de control, inspecciones, detenciones de niños en sus casas en plena noche y degradación diaria a manos de las fuerzas armadas israelíes. Los palestinos de Cisjordania viven bajo un sistema jurídico militar israelí que ofrece muchos menos derechos y protecciones que el sistema jurídico civil que rige a los israelíes judíos que viven en la misma zona. Esto es especialmente perjudicial para los niños palestinos, que son encarcelados de forma rutinaria sin que se presenten cargos, sometidos a confinamiento solitario y a duros interrogatorios, trasladados a través de las fronteras contraviniendo el derecho internacional y condenados en un porcentaje del 95%.
Los palestinos que viven en Israel están sujetos a leyes discriminatorias que rigen el acceso a la tierra, la planificación y la zonificación, con una asignación desigual de los recursos estatales. Las escuelas públicas segregadas judías y árabes desde preescolar hasta el 12° grado reciben subvenciones desiguales. Los ciudadanos palestinos de Israel sufren discriminación en todos los ámbitos de la educación, el empleo y las oportunidades económicas.
Los palestinos que viven en Gaza se encuentran bajo un bloqueo desde 2007, lo que impide la libre circulación de personas, suministros médicos y mercancías a través de la frontera. Incluso antes del 7 de octubre de 2023, los gazatíes ya se enfrentaban a una pobreza endémica, al desempleo, al deterioro de la salud física y mental y a dificultades extremas. Las necesidades básicas, como los alimentos, el agua potable, la electricidad, el combustible, el alcantarillado y la atención médica, eran insuficientes. Del 90% al 97% del agua no era apta para el consumo humano y requería filtración para la que a menudo no se disponía de equipo.
En 2018, Israel aprobó la ley del estado-nación, que declara a Israel como estado-nación del pueblo judío y establece que el derecho a ejercer la autodeterminación nacional pertenece únicamente al pueblo judío. La ley declara los asentamientos judíos en tierras palestinas como un valor nacional y promueve su crecimiento.
III.
Ninguna ocupación militar ni sometimiento de un pueblo a otro puede durar. Hasta que los palestinos tengan libertad e igualdad de derechos, el ciclo de violencia será inevitable.
IV.
El 7 de octubre de 2023, Hamas cometió un espantoso atentado contra civiles israelíes, matando a unas 1,200 personas y tomando rehenes.
Inmediatamente después, Israel inició una de las campañas militares más mortíferas y destructivas de la historia reciente, dirigida contra la sociedad civil de Gaza. Hasta finales de febrero de 2024, han muerto más de 30,000 gazatíes. La matanza ha sido generalizada e indiscriminada, y aproximadamente dos tercios de los asesinados son mujeres y niños. Los intensos bombardeos israelíes han destruido en gran medida lo construido y los sistemas de infraestructuras. La mayoría de los hospitales, las escuelas y la sociedad civil de Gaza no pueden funcionar. Muchos civiles y políticos israelíes han fomentado abiertamente este resultado, así como la expulsión de los palestinos de Gaza y Cisjordania.
La Organización de las Naciones Unidas informó a finales de febrero de 2024 que, desde octubre, aproximadamente 80% de los habitantes de Gaza han sido expulsados de sus hogares y al menos una cuarta parte de la población pasa hambre. Más de un millón de civiles han sido reubicados por la fuerza en Rafah, en el sur de Gaza, donde viven con alimentos, agua, refugio, saneamiento y atención médica inadecuados o inexistentes, lo cual crea unas condiciones insoportables de sufrimiento, inanición, enfermedad y muerte.
V.
El Obispo Presidente Michael Curry continuó diciendo en noviembre de 2023: “No permaneceremos en silencio mientras a toda una población se le niegan los alimentos, el agua, la electricidad y el combustible necesarios para el funcionamiento de los hospitales. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras mueren miles de civiles... Permanecer callados en este momento sería una mancha en nuestras almas y profundizaría nuestra complicidad. Los líderes estadounidenses deben decirle a Israel que deje de bombardear zonas civiles y que permita el libre acceso de toda la ayuda humanitaria a Gaza. Todos los hijos de Dios, palestinos e israelíes, merecen seguridad. Tenemos que detener la matanza. Hoy... Como episcopales, debemos pedir a nuestros líderes, el Presidente Biden, los miembros del Congreso y otros, que sean inequívocos en cuanto a la necesidad de detener la matanza. Hoy. Esto es claramente lo que el amor nos exige”.